lunes, 27 de octubre de 2014

De viaje: comiendo en Dublín

Es verdad, Dublín no se caracteriza por la mejor gastronomía de Europa. Entre el clima, los distintos problemas económicos que tuvieron que pasar en su historia, y la invasión de cadenas varias, poco se destaca de la gastronomía de la capital Irlandesa. Todo depende de qué busquemos y dónde. Para mi, Dublín fue una de las mejores experiencias gastronómicas de mi vida (pero eso, vendrá en otro post). Mientras tanto, yo no la pasé nada mal...

Una de las sorpresas de Dublín fue encontrarme, una tarde, un mercado de productos gourmet y muy buena comida en pleno centro de la ciudad (algo así como la versión irlandesa del Dean & Delucca): Fallon & Byrne (11-17 Exchequer St). El lugar es un edificio antiguo, convertido en mercado en la planta baja, restaurante en el subsuelo y salón de fiestas en el primer piso). 
Sin wifi y parte del movimiento slow food, el lugar amerita un paseo por las góndolas y probar algo del café o del deli. Es una linda joyita perdidad en una ciudad sin muchas buenas opciones a simple vista. 

Si después de recorrer todos los bares de Dublín, te quedaron ganas de comer algo, evita la zona del temple bar!! (es como comer asado en Recoleta, me entienden, no?) Una zona de mala muerte, muy buena para tomar cerveza hasta morir, pero no para comer. La oferta de "comida típica irlandesa" te inunda y es imposible no darse cuenta que uno está pagando una locura por algo que, seguramente, deja mucho que desear (como el asado de Recoleta). 
En Dublín, EL lugar para comer (almuerzo o cena), bueno (muy), rico (riquísimo), y barato es The Woollen Mills (42 Ormond Quay Lower). Un lugar que encontré de casualidad, cruzando el canal frente al Temple Bar, en búsqueda de algo típico donde no tuviera que dejar gran cantidad de mis (devaluados) pesos. 
A simple vista, parece un lugar muy lindo, que te van a arrancar un ojo, pero, tenía tantas ganas de comer algo calentito, así que me acerqué a mirar el menú y entré sin pensar. El lugar es algo modernoso, como muchos de los lugares de moda en Palermo, con una decoración algo minimalista pero cálida a la vez, y (algo que me encanta) la cocina a la vista. Luces ténues, mozos copados, y muy buen clima. Más allá del lugar (que lo cuento porque me pareció demasiado lindo para sus precios), la comida es increible. Y si me hubiera quedado más días en Dublín hubiera vuelto todos los días a comer ahí, porque todos los platos que vi pasar me dejaron con ganas de problarlos. 
Como yo estaba congelada después de caminar todo el día bajo la humedad y la lluvia, la lluvia y la humedad, quería comer algo típico, bien caliente, en lo posible un guiso (eso me ofrecían en todos los lugares turísticos). Así que pedí el plato típico: el coddle (y cuando vi la hamburguesa, que medía fácil unos 15 cm, casi me mato, pero valió la pena el sacrificio)
En la versión de este lugar "Ha'penny Bridge Coddle". Se trata de un guiso típico de Dublín, hecho con chorizo, panceta y papa cocidos en olla a presión y condimentados con perejil. Todo el sabor del chorizo y la carne concentrados en ese plato, bien caliente, lleno de calorías. Ideal para el frío de invierno (y los tiempos de crisis). No es un plato light, esta claro, pero no me pareció tan pesado como aparenta. Los chorizos cocidos en ese caldo se deshacian al morderlos, y la papa, impregnada de todos esos sabores, era una exquisitez. Como todo en Irlanda, acompañado de una cerveza!
Es una comida barata y fácil de preparar. Seguramente no es lo que más atrae a la mayoría de la gente, pero para comer algo típico, bien hecho y sin ser caro (unos 12 euros), realmente vale la pena probarlo. Después de eso, rápido a la cama, porque no hay manera de seguir caminando despues de comer todos esos embutidos en su caldo. 
El coddle estaba buenísimo, y, si volviera, no dejaría pasar la hamburguesa. Pocas veces vi una cosa tan perfecta sobre un mostrador.