viernes, 3 de agosto de 2012

Entre la fe y el Tungurahua: Baños




Llegué a Ecuador sin demasiada expectativa, no porque tuviera malas referencias, sino porque -al contrario de lo que usualmente hago- no tuve tiempo de empaparme de lo que iba a encontrar y preparar el viaje en ese sentido. Así que no vine ni con buena ni con mala expectativa, simplemente con ninguna. Entre mis experiencias está Baños, un lugar digno de visitar!

Pueblito mayoritariamente indígena, en medio de la sierra ecuatoriana, y a los pies del (aún activo) volcan Tungurahua. Especialmente devota de la Virgen de los Baños de Aguas Santas, la población parece haber encontrado ese equilibrio entre la cultura heredada y la impuesta. A pesar de los riesgos de un volcán en actividad que amenaza cada día con desaparecer todo, eligen seguir aferrados a su fe en la Virgen  (la última erupción del Tunguragua fue en 1999, arrasando con casas y familias enteras en su camino). 
La tradición indígena empapa cada uno de los rincones de la gastronomía de la sierra. Hasta la casa más pequeña y humilde de la zona tiene su propio jardín con plantaciones de maíz, mandarina, naranja, limones, tomates "de arbol", papa y yuca (mandioca) cultivados de manera tradicional, sin agregados ni maquinarias. Tanto la siembra como la cosecha se hacen a mano para luego vender los productos en el pueblo o utlizarlos para el consumo personal. Una mención (o al menos una foto) aparte merece el cui. 



Se puede acceder a Baños con un bus de línea desde la terminal de Quitumbe, al sur de Quito. Son tres horas de recorrido hacia la sierra, con paradas constantes donde una gran variedad de vendedores ofrecen desde tamales y pinchos de pollo que cocinan a la vera de la ruta hasta caramelos y artesanías típicas de la zona. Es imposible no ver en el recorrido las parrillas prendidas y desprendiendo humo a toda hora, muchas de ellas ofreciendo el plato distintivo de la sierra ecuatoriana: el cui.




El centro de Baños es muy chiquito, unas pocas cuadras con restaurantes, hoteles, casas de turismo y muuuuchas artesanías. Con el volcán de fondo, el cui se destaca para que nadie pueda evitar, sino probarlo, al menos, sacar algunas fotos.
Sobre la misma calle principal está el mercado de comidas de Baños. Allí se pueden probar los platos típicos de la ciudad, hechos por expertas y con una higiene envidiable. 
La oferta de productos y platos criollos, jugos de frutas frescas y verduras de estación se complementa con la amabilidad de estas señoras que invitan a probar todo lo que hay al alcance de la mano.




Como no me podía ir de este lugar sin probar algo (aunque eran las seis de la tarde y había almorzado hacía poco), no sé si por la amabilidad de la señora que me lo ofreció o por la pinta, me animé a probar los "llapingachos". Una suerte de croquetas de papa, huevo y queso, cocidas "a la plancha" en la grasa de chorizo y acompañado -infaltable- por un huevo frito, algo de ensalada y palta. No apto para personas con colesterol, pero como no tengo, no me lo iba a perder por nada!



Saliendo del mercado y de camino a la plaza principal de la ciudad, los puestos de dulces muestran todos la misma imágen: chicos (más hombres que chicos) dando vueltas y estirando las melcochas, un caramelo de textura gomosa, que se vende en cada esquina de este lugar.
Ya en la plaza principal, junto a la catedral, otra de las postales típicas de Baños: puestos con señoras vendiendo maíz en bolsitas con chicharrón y ensalada de tomate, cebolla y cilantro. Es imposible no ver a algún habitante de este lugar urgando en una bolsita y comiendo, grano por grano, este maíz (mote), mucho más gordo y carnoso que el que nosotros conocemos en Argentina.

Despues de todo esto, fue imposible cenar. El día siguiente nos esperaba rafting y recorrido por las cascadas, así que desayunamos, salimos y, después de un día agotador, nos dimos el gusto de probar unas salchipapas con cerveza Pilsener y un postre que, no sé si típico o no, pero nos tentó tanto cada vez que pasamos que no nos podíamos ir de Baños sin probarlo.



Baños es uno de esos lugares mágicos, el paisaje, rodeado por el volcán, sus cascadas y ríos, las termas, la mixtura entre culturas, lo autóctono mezclado con lo impuesto, se pueden ver y sentir en cada rincón del lugar. Valorizando cada uno de los productos que da la tierra, y demostrando que lo simple muchas veces supera a lo complejo.












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