Llegué a Ecuador sin demasiada expectativa, no porque tuviera malas referencias, sino porque -al contrario de lo que usualmente hago- no tuve tiempo de empaparme de lo que iba a encontrar y preparar el viaje en ese sentido. Así que no vine ni con buena ni con mala expectativa, simplemente con ninguna. Entre mis experiencias está Baños, un lugar digno de visitar!
Se puede acceder a Baños con un bus de línea desde la terminal de Quitumbe, al sur de Quito. Son tres horas de recorrido hacia la sierra, con paradas constantes donde una gran variedad de vendedores ofrecen desde tamales y pinchos de pollo que cocinan a la vera de la ruta hasta caramelos y artesanías típicas de la zona. Es imposible no ver en el recorrido las parrillas prendidas y desprendiendo humo a toda hora, muchas de ellas ofreciendo el plato distintivo de la sierra ecuatoriana: el cui.
El centro de Baños es muy chiquito, unas pocas cuadras con restaurantes, hoteles, casas de turismo y muuuuchas artesanías. Con el volcán de fondo, el cui se destaca para que nadie pueda evitar, sino probarlo, al menos, sacar algunas fotos.
Sobre la misma calle principal está el mercado de comidas de Baños. Allí se pueden probar los platos típicos de la ciudad, hechos por expertas y con una higiene envidiable.
La oferta de productos y platos criollos, jugos de frutas frescas y verduras de estación se complementa con la amabilidad de estas señoras que invitan a probar todo lo que hay al alcance de la mano.
Saliendo del mercado y de camino a la plaza principal de la ciudad, los puestos de dulces muestran todos la misma imágen: chicos (más hombres que chicos) dando vueltas y estirando las melcochas, un caramelo de textura gomosa, que se vende en cada esquina de este lugar.
Ya en la plaza principal, junto a la catedral, otra de las postales típicas de Baños: puestos con señoras vendiendo maíz en bolsitas con chicharrón y ensalada de tomate, cebolla y cilantro. Es imposible no ver a algún habitante de este lugar urgando en una bolsita y comiendo, grano por grano, este maíz (mote), mucho más gordo y carnoso que el que nosotros conocemos en Argentina.
Despues de todo esto, fue imposible cenar. El día siguiente nos esperaba rafting y recorrido por las cascadas, así que desayunamos, salimos y, después de un día agotador, nos dimos el gusto de probar unas salchipapas con cerveza Pilsener y un postre que, no sé si típico o no, pero nos tentó tanto cada vez que pasamos que no nos podíamos ir de Baños sin probarlo.
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